Saludos. Voy a publicar una entrada improvisada, debida principalmente a un anécdota.
El otro día paseando por Barcelona, paré delante de un D&G y escuché a una señora elegantísima decir: mi corazón es de Prada. Por un momento, me vino a la cabeza una imagen de un corazón de vaca sucio y sangriento con una etiqueta cosida de Prada.
A mi personalmente me encanta Armani, pero claro, soy un hombre.
Es curioso como hay toda una subsociedad amante de las marcas, mientras el grueso resto de la sociedad compra en 'chinos', bazares, 'moros', mercadillos populares o web de subastas e intercambio. Tiene su encanto participar y recibir aceptación de cualquier tribu urbana...
Es curioso también, como hay quienes que nunca vestirán con algo, acaso decente, y jamás oirán marcas como las anteriormente citadas. No es un pensamiento juicioso, mucho menos onanista... pero me hace tener en cuenta varios valores.
Este planeta es tremendamente pequeño, eso lo aprendí en astronomía, por eso me sorprende que haya tanta separación, tanto classisme. Muchas empresas llevan a cabo sus proyectos y experimentos de red en aldeas de África (el otro día leí un artículo sobre 1 Gbps de línea óptica simétrica), otros prueban sus bombas en el Pacífico y los hay que tienen observatorios millonarios en los desiertos de Nevada y Nuevo México.
Pero claro, eso es para alimentar el conocimiento personal, the Truth will set you free, la curiosidad de unos pocos (de todos aquellos con tiempo libre suficiente para pararse a pensar como ''mejorar el mundo''), no es para alimentar las bocas hambrientas, las desprovistas de medios por caprichos de la antropología.
Esas personas de tercera clase, de gozar de una posición pareja, también querrían encontrar planetas tierra y descubrir por casualidad materiales especiales y curas para enfermedades (o enfermedades incurables), estarían encantadas de conducir coches ecológicos y vivir en casas con un sistema de iluminación OLED, calentarse por las noches eternas con biomasa y vestir, en penúltima instancia, con Prada, D&G o Armani, al caso poco importa.
Proyectos como Zeitgeist (suena estéticamente como la iniciativa Dharma, pero es el más estúpido que me viene a la cabeza ahora mismo), nos invitan a creer en distopías, suscitan [de nuevo] la curiosidad de los desatendidos intelectualmente, nos hablan en esperanto o en élfico... mientras hay cientos de lenguas aborígenes que mueren, al igual que sus nativos hablantes.
En conclusión, ser consecuentes iluminaría más a nuestra existencia que el pensamiento de unos pocos... pero de nuevo, todo esto lo publico desde un portátil Dell, con la última tecnología de Intel en una red segura y vestido de... esperen... a bueno, eso sí, con ropa barata y filosofía de barrio.
El otro día paseando por Barcelona, paré delante de un D&G y escuché a una señora elegantísima decir: mi corazón es de Prada. Por un momento, me vino a la cabeza una imagen de un corazón de vaca sucio y sangriento con una etiqueta cosida de Prada.
A mi personalmente me encanta Armani, pero claro, soy un hombre.
Es curioso como hay toda una subsociedad amante de las marcas, mientras el grueso resto de la sociedad compra en 'chinos', bazares, 'moros', mercadillos populares o web de subastas e intercambio. Tiene su encanto participar y recibir aceptación de cualquier tribu urbana...
Es curioso también, como hay quienes que nunca vestirán con algo, acaso decente, y jamás oirán marcas como las anteriormente citadas. No es un pensamiento juicioso, mucho menos onanista... pero me hace tener en cuenta varios valores.
Este planeta es tremendamente pequeño, eso lo aprendí en astronomía, por eso me sorprende que haya tanta separación, tanto classisme. Muchas empresas llevan a cabo sus proyectos y experimentos de red en aldeas de África (el otro día leí un artículo sobre 1 Gbps de línea óptica simétrica), otros prueban sus bombas en el Pacífico y los hay que tienen observatorios millonarios en los desiertos de Nevada y Nuevo México.
Pero claro, eso es para alimentar el conocimiento personal, the Truth will set you free, la curiosidad de unos pocos (de todos aquellos con tiempo libre suficiente para pararse a pensar como ''mejorar el mundo''), no es para alimentar las bocas hambrientas, las desprovistas de medios por caprichos de la antropología.
Esas personas de tercera clase, de gozar de una posición pareja, también querrían encontrar planetas tierra y descubrir por casualidad materiales especiales y curas para enfermedades (o enfermedades incurables), estarían encantadas de conducir coches ecológicos y vivir en casas con un sistema de iluminación OLED, calentarse por las noches eternas con biomasa y vestir, en penúltima instancia, con Prada, D&G o Armani, al caso poco importa.
Proyectos como Zeitgeist (suena estéticamente como la iniciativa Dharma, pero es el más estúpido que me viene a la cabeza ahora mismo), nos invitan a creer en distopías, suscitan [de nuevo] la curiosidad de los desatendidos intelectualmente, nos hablan en esperanto o en élfico... mientras hay cientos de lenguas aborígenes que mueren, al igual que sus nativos hablantes.
En conclusión, ser consecuentes iluminaría más a nuestra existencia que el pensamiento de unos pocos... pero de nuevo, todo esto lo publico desde un portátil Dell, con la última tecnología de Intel en una red segura y vestido de... esperen... a bueno, eso sí, con ropa barata y filosofía de barrio.
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Ω 
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