martes, 19 de enero de 2010

Mentiras


Seguimos con Memorandum. Hoy postearé unos cuantos para compensar la ausencia.

El siguiente poema es una burda imitación a los vates urbanos y contemporáneos a Neruda, quizá con ruidos del primer Munárriz o Gamoneda... no sabría decir. Han pasado unos cuantos años y he olvidado todo eco, toda influencia.

La rima se alterna en cadena, pareados, en diferentes formas, pues se expone bastante libre. No así el ritmo, que tiene una estructura concisa y equilibrada. Por cierto, el poema original llevaba por título 'Mentiras En Esclavitud', quizá referenciando a cómo las mentiras te hacen esclavo de las mismas, o a cómo dejarse engañar también te esclaviza, te hace depender de las mismas a las cuales te aferras. Ya saben el dicho de "no hay mayor ciego que aquel que no quiere ver".

Y qué más podría añadir, quizá en referente a temática, estamos frente a un poema de desazón, de desengaño y otros 'des' que oferta el amor por añadido con frecuencia. Honestamente, me he peleado para publicarlo, pues me avergüenza leerlo, es tristemente inmaduro y la rima párvula y forzada. Tal vez a partir de "Enmudecen de lado...", los versos se vuelven más fuertes y decididos, pero el discurso no se sostiene.

· Mentiras ·
(XV)

EN el proceloso mar donde danzan los dientes de león,
te pinto acuarelas de algodón.
Paseo por un sucio campo rojo de sangres derramadas.
Allí, las frases son olvidadas.

Y me duelen mis huellas,
y acude la azur noche,
y el pálido crepúsculo invade los velos descoloridos.
Y contemplo una puesta
solar, con preso goce.
Me acaricia los pantalones ese pasto tranquilo y tímido.

Ya regreso al poblado.
“Se vende solar”, logro percibir.
Los peces públicos chapotean por las calles.
Las aceras arrullan un eco sonoro por toda la avenida.
La estela nocturna descuelga las últimas aves del atardecer.
Enmudecen de lado
almohadas que no saben escribir.
Los ojos yertos remansan en profusos valles
pero luces de ángel enfocan el alquitrán y comienzan su huida.
Yo continuo mi visita como ajeno; nadie me sabe mecer.

A veces creo que mi corcel es de acero.
Mi amada marchó como una hoja y yo no quiero.
Sigo flotando por el pueblo,
sigo pensando y mi alma amueblo.

Los americanos no saben de chistes, pienso ahora;
y no me fijo ni en la anciana que me ha pedido la hora.

Un gran perro sacude una estrella,
como el delincuente al niño enterado.
Me ladra histérico y mi voz sella...
¡Odio este tránsito escandalizado!
Termina la ronda con la alborada
la luna que teme a la madrugada.
Mi viaje y mi sinsentido volátil
más tiene forma ovalada, de dátil.

Y sueño con los lugares inolvidables que nunca visité
y yo, voz cuadriculada, toda reflexión noctámbula lité.
Y el poeta, que no soy yo, pidió piedad,
suplicó a su poesía... LA LIBERTAD.

***

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Aparición

Vuelvo por fin con Memorandum Estacional.

Cuartetos alejandrinos encadenados es lo que tenemos a continuación. Apenas tres estrofas resumen un evento que tuve con cinco o seis años (lo escribí con quince, cuando se repitió) que bien podría considerarse una verdadera aparición.

En la vivienda de mis padres había una despensa a la que nunca le daba la luz, ideal para curar embutidos caseros, o tener cacharrería de cocina, recambios para bombillas y vajilla y menaje de ocasión. A mi me mandaban siempre porque tras la puerta guardaban una bolsa de tela con pan diario (eso ahora ni existe, estimo). Un día, como imaginarán, al mirar tras la puerta vi una figura femenina y fantasmal, como una cortina blanca movida por el viento, sin haber ventanas, como un rayo de hielo o una estela de niebla.

La imaginación me jugó una mala pasada y desde aquel entonces rehuía recoger el pan con mentirijillas y excusas improvisadas, porque se me repetía la nauseabunda visión... pobre de mi.

Lo curioso fue que, muchos años después, cuando obviamente había olvidado lo sucedido, me volvió a pasar, el mismo rostro, las mismas 'ropas'. Entonces, los recuerdos se tornaron lúcidos, y mi corazón se disparó como el de un atleta. Por aquellos tiempos, era un adolescente superhormonado y achaqué a mis propias frustraciones; me psicoanalicé vulgarmente como ejercicio y deduje ese romántico sentimiento de soledad y autoengaño... propio de chavales.

No he acompañado con una imagen como es tradición porque no he encontrado ninguna que iguale lo que recuerdo, a parte de ser verdaderamente estremecedor.

· Aparición ·
(XIV)

EN la noche del tiempo pude ver una sombra,
en un principio era espectro de la lejanía,
miróme con rostro pálido y su voz salobra
casi habló en susurro a la gris silueta mía.

Tenía un velo fantasmal de... ánima viva,
y, apenas sus secas manos tocaron mi hombro
cuando corrí aterrado, huyendo todavía
de tan mórbida alma que despertó tal asombro.

Hoy se que era mi miedo el reflejo de esta sombra,
la mía, y no otra, temeraria de sí misma,
un hórrido esqueleto asustado de mi propia
voluntad dormida de creer en tan cruel vista.

***

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Imago Et Littera

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Dado el uso indebido en muchos casos, desconozco la fuente original y en consecuencia, la autoría. En ocasiones pretendo rendir homenaje y ofrecer una accesible lectura gracias al apoyo gráfico, pues creo firmemente en la conexión de la artes y su complementación inherente a su misma concepción.