lunes, 14 de junio de 2010

La Odisea Va Despacio (II)


Despacio. Esa es la palabra. Tenemos prisa, pero de qué tenerla. Tenemos tiempo, o no.

El tiempo es una magnitud física de medida un tanto extraña. Sin una observación activa, podemos afirmar que no existe. Esa es la principal diferencia para con Dios. O quizá no, con la disposición apropiada, podemos ver, sentir o al menos intuir lo divino. Pero estaremos jugando con una mecánica biológica selectiva, no nativa, libre y natural. Por tanto, es solo algo abstracto, subjetivo y circunstancial, como la fe.

Su aparente flexibilidad solo se aprecia cuando no se percibe la frontera. La fe solo se nota cuando no se busca la meta inmediata. La causalidad la excluye.

Como músico, el tiempo es algo de excepcional interés para mí.

Si la entropía es cíclica, el tiempo no es consecuente, puesto que no podría describirse como una línea, sino como una cuerda sin fluctuaciones que gira sobre si misma, formando un círculo. Ahí entra la Cábala.

La principal duda que me inquietaba de pequeño cuando me contaban la historia del Paraíso Celestial cristiano es ¿y qué va después? Y un Pastor de prestigio me respondía: eso son palabras terrenales, en el Cielo gozaremos de la plenitud de Su Palabra y Su Obra para toda la Eternidad. Y yo respondía: ¿no vamos a hacer nada más?

Os explico. Se comenta que una vez acabe el reinado del mal sobre este pequeño planeta, se vendrá un Juicio Final donde los océanos y la tierra devolverán sus muertos.
Los que sean buenos, o absueltos más bien, irán de cabeza al Cielo, uno recién inaugurado con olor a reciente llamado Nueva Jerusalem. Los malos... ya se sabe, Highway to Hell!

Pues mi principal inquietud con esta historia es la anteriormente citada. Imaginemos por un momento que soy salvo, y con un derroche de imaginación, que entro en el Cielo. Cruzadas las puertas, solo queda por hacer en ese limbo gaseoso la oración, el cántico y la alabanza al Creador. Es lo más parecido a estar en el paro tirado en un sofá cómodo viendo y animando a tu selección de fútbol favorita.

Eso pensaba con siete años, con ocho ya estaba trabajando.

La Kabbalah dice que es tiempo de duda, y nos exime de nuestra curiosidad alegando que la búsqueda nos ofrece sabiduría, y la sabiduría es un regalo divino, no evolutivo ni genético. El afán de conocimiento se rivaliza con el afán de alegorizar en apenas diez o quince símbolos lo complejo de la existencia y la no-existencia.

Los budistas, refugiados en su Dharma, Shanga y Karma, tienen un concepto del tiempo eterno. Frente a la ciencia moderna, que lo asedia como algo algorítmico, finito. Creo fírmemente que los dos se equivocan, que todos erran, precisamente por sus obtusas definiciones y su necesidad inherente de definir lo puramente indeterminable, etéreo.

Por tanto, en la tercera y última entrega de este primer bloque de cosas o koshas, les ofreceré mi respuesta, la que 'temporalmente creo haber encontrado de manera fortuita'.

Y, por cierto, en el Cielo no hay WIFI. Cuando fenezca la revolución generacional geek, habrá otra con otros chistes más interesantes. Así que ser pacientes y a entretenerse con algo distinto a todo lo anterior. Ahí está la clave.

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La Odisea Va Despacio (I)


Hoy voy a publicar algo. Totalmente improvisado. Iré saltando de idea en idea, y podré abortar sin previo aviso. Con libertad absoluta, que me otorga la nomenclatura de este blog y su autoría.

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Últimamente, en una de mis lecturas de mi Biblia (versión europea Reina Valera de 1960), he quedado fascinado. Tiendo a asociar todo a un concepto científico. No creo que eso sea anticristiano, las principales religiones occidentales tuvieron que asumir la evolución de las especies hace cinco años, mientras en las orientales se daba cabida de esta máxima.

Tener fe en la ciencia es tener fe en el caos; solo se trata de una búsqueda, no de ordenar el mismo caos que rige y 'organiza' los universos...

Asocio el Apocalipsis de San Juan a las hipotéticas futuras colonias humanas esparcidas como semillas por la Galaxia, topándose con 'bestias de mil ojos', si acaso un hábitat natural ha predispuesto de monstruos como moscas gigantes. Leo y leo visiones de éste apóstol elegido y solo me imagino bichos de Star Wars elevados a una potencia de gúgolplex.

Los religiosos, tan tremendistas y buscadores de tesoros verdaderos, no entienden que el futuro es la Vida, no la desolación del mundo (de éste quizá, pero eso es solo una pieza). Creo que habrá que elegir, la marca que defina quienes serán salvados... pero a costa de la evolución intelectual (e involución natural).

Y poco importa cuántas especies de flora y fauna existan dentro de otros 2000 años. Si no queda el cuerpo, mientras quede la conciencia... Puede ser, como cita un versículo concreto, que podamos ser un todo sin forma, una no-materia, sin dejar de ser nosotros. Así sí formaríamos parte de un conjunto homogéneo y cíclico, equilibrado y perfecto (la imperfección está en el cuerpo, en lo material, objeto de examen y dictamen).

Como pueden ver, todo es susceptible a interpretarse de forma libre, no hay una versión inmutable, pura y objetiva, puesto que la mayoría andamos El camino en busca del Otro camino, pero cada uno es Dios y Diablo en sí mismo. Juez y verdugo. Parafraseando a Lennon, “La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado en otros planes”. Así que enfocando la búsqueda, la meta será más cristalina y menos elusiva, aunque siempre circunstancial. Somos mortales, pero hasta cierto punto, estimo una capacidad de consciencia colectiva, un cognitivismo algo pragmático.

Porque a decir verdad, hay un aforismo general en la Biblia hebrea, el libre albedrío es algo así: Yo (Dios) inventé el mundo, se te dará el conocimiento para descubrirlo y tuya es la voluntad de cómo lo gestionas... Y según hagas con él, así serás juzgado. Aunque la propia situación sentencia el resultado. Por tanto, citando a Ezequiel, otro visionario inscrito en el viejo Tanaj, ya estás juzgado. ¿Podemos atribuirlo a un ente superior?

Pero es muy arcaico y lacrado el sentido de bien y mal, absolver o culpar es un tanto obtuso pero necesario para nuestro propio beneficio. Creativamente, estamos eclosionando, intuyendo repuestas, pero intelectualmente aún andamos párvulos, los cuales nos podemos prescindir de unas culturalmente impuestas barreras morales. En mis manos está la oportunidad, pero siempre repercute a mi entorno. Los grilletes éticos son imprescindibles para guiarnos sin perder todo tipo de coherencia, con audacia pero sin osadía. Volar implica saber usar las alas, sino no es factible por mucho tiempo.

Por ejemplo, si descubriese la energía de fisión, la usaré para lo que quiera, pero habré contribuido al fin común que subconscientemente persigo: la respuesta a todas mis preguntas.

Habrá un tipo que dentro de cien años invente artefactos sofisticados que solventen los problemas de los demás con ella, y otro tipo que comercie y destruya a sus semejantes. El altruista y benevolente tendrá la luz en sus ojos, y el egoísta y avaro, el miedo. Ahí entra la religión, que balancea esta ecuación.

Esto me conduce a que, las palabras, aún no son sustitutivo eficaz de las emociones, acaso con una perspicaz y alentada instrucción para tal fin. Lástima.

PD: en la próxima edición hablaré del tiempo, no del lluvioso que hace últimamente, sino de cómo lo interpreta la Kabbalah y de cómo lo conocemos hoy día, sobre un trasfondo religioso, un suelo de adobe místico. Creo firmemente en el tiempo es uno de los inventos más geniales de la historia de la Humanidad, a tenor de su capacidad instructiva/destructiva…

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Imago Et Littera

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Dado el uso indebido en muchos casos, desconozco la fuente original y en consecuencia, la autoría. En ocasiones pretendo rendir homenaje y ofrecer una accesible lectura gracias al apoyo gráfico, pues creo firmemente en la conexión de la artes y su complementación inherente a su misma concepción.